El Prado siempre merece la pena

Ésta es una de esas actividades que, por más a contrapié que te coja su preparación durante el trimestre, siempre acabas agradeciendo. Y los alumnos también.

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Es más que gratificante ver a los chicos recorriendo salas, descubriendo tesoros de valor incalculable, interpretando, analizando, aprendiendo…

Las imágenes que siempre habían visto en los libros de texto de pronto aparecen en toda su magnificencia ante sus ojos. Algunos se asombran al ver el tamaño real de los cuadros, otros buscan explicación a ciertas posturas, formas o colores. Todos salimos enriquecidos.

Esta vez ha sido especial porque algunos de ellos quisieron acompañarnos (a Javi, mi compañero, profesor de Historia del Arte, y a mí) durante toda la visita.

Primero pensé que los aburriríamos con nuestras explicaciones y batallitas, pero no; aguantaron hasta el final, a pesar de que las piernas ya nos pesaban, y preguntaron cuanto quisieron.

Hablamos de la disposición de Las pinturas negras en la Quinta del Sordo, de la relación entre Leocadia y Goya, de la posible paternidad de Rosario, la pequeña que creció rodeada de rostros deformados, brujas, parcas y oscuridad. Nos paramos un poco más ante Saturno devorando a su hijo para observar con detenimiento el cuerpo que el dios estruja entre sus manos. ¿Realmente era un hijo o podría representar a una mujer? Hay especialistas que opinan que ésa era en realidad la intención del pintor que retrataba así el vínculo que le unía a su amante, bastante más joven que él.

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Saturno devorando a su hijo, Goya

 

O la soledad del Perro semihundido. ¿Qué expresa esa mirada? ¿Miedo, tal vez? ¿Qué le amenaza? ¿Y a Goya? ¿Qué le intimidaba?

Javi también nos habló de Los fusilamientos del 3 de mayo, cómo el artista deshumaniza a los soldados franceses dejándolos sin rostro y dota de luz y expresión a las víctimas. La que ocupa el plano principal bien podría interpretarse, por su postura, como un nuevo mesías que ha de sacrificarse por el resto y espera, con los brazos abiertos, su inminente final.

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Los fusilamientos del 3 de mayo, Goya

 

Después pasamos por la sala donde El Bosco nos aguardaba con expectación. Llegar hasta el tríptico de El jardín de las delicias no resulta fácil, pero lo conseguimos. Los paneles que triunfaron en esta ocasión fueron el central y el del infierno. Aprovechamos para volver a hablar de la literatura de visiones propia de la Edad Media e interpretamos algunos de los símbolos más reconocibles (las frutas, los placeres de la carne, los vicios terrenales…)

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El jardín de las delicias, El Bosco

 

Y más. El Greco, Velázquez, Rubens, Tiziano, Murillo, Botticelli, Sorolla y tantos otros seguían allí esperando pacientemente a que los eligiéramos para recrearnos en las historias que cuentan.

Todo un lujo.

Antes de ir, les propuse a los alumnos seguir la idea de Guillermo Balmori y que eligieran algún cuadro que pudieran relacionar con su actividad académica. Espero sus respuestas, pero yo me adelanto y me quedo, como representación del viaje, con La Verbena de Maruja Mallo. Cuando tus alumnos te hacen sentir feliz como una perdiz 🙂

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