La II Guerra Mundial es un periodo de la historia que siempre llama la atención. Solemos conocer datos importantes de ella, como cuándo empezó, el nombre de algún dirigente, cuántos países entraron en lidia y hechos destacados como el Desembarco de Normandía. Pero, ¿alguna vez has pensado todos los secretos que guarda este tiempo de combate, espías, muerte, separación y destrucción?
Hemos ido conociendo algunos gracias al cine. Por ejemplo, «Descrifrando enigma», aparte de contar la historia desgraciada de Alan Turin, muestra claramente cómo el gobierno inglés decidió ocultar la creación de la máquina por si volvían a necesitarla más adelante. Así, hizo desaparecer todo el proceso de investigación que llevaron a cabo el equipo de mentes privilegiadas que propiciaron el final de la guerra y la victoria de los países aliados .
También relacionado con el final de la II Guerra Mundial aparece otro tema oscuro: el de los restos de Hitler. ¿Qué ocurrió en realidad? ¿Se suicidó junto a Eva Braun o fue solo un montaje para poder escapar de la justicia? Se llegó a decir incluso que podía estar escondido en España, o en Argentina, siempre gracias al apoyo de Franco.
Pero, ¿quién difundió esas noticias? Al parecer, el mismísimo Stalin. Y ¿Por qué? Por estrategia política. Le interesaba tener en tensión, en plena Guerra Fría, al resto de Europa y a EEUU.
Si recordáis, Berlín cayó cuando las tropas americanas bombardearon la ciudad y el Ejército Rojo, aprovechando la debilidad del Tercer Reich, entró en la ciudad. Los rusos llegaron hasta la Cancillería y buscaron los restos del Führer. Para tal empresa, formaron un equipo especial en el que había una mujer soldado que sabía alemán, era Elena Rzhévskaya.
Fue elegida para poder interrogar a los supervivientes y conseguir así información. Una vez el equipo creyó estar en posesión de los restos, necesitaban asegurarse de que realmente pertenecían a Hitler y a su mujer. Satlin ordenó que buscaran al dentista del dirigente alemán, pero hacía semanas que había huido de la ciudad. Sí que consiguieron localizar a su auxiliar, Käthe Heusermann, quien estaba capacitada para reconocer la dentadura del Führer. Y así lo hizo. Como recompensa, le dieron una lata de conservas y la dejaron volver a casa. Pero al poco tiempo fueron a buscarla y se la llevaron a la URSS. Fue arrestada y condenada a diez años de trabajos forzados por haber ayudado al estado burgués, con los tratamientos dentales, a prolongar la guerra. Pasó 6 años en una celda de aislamiento de la KGB y los otros 4 en un gulag. Cuando su familia pudo tener noticias suyas (por otra compañera del campo de trabajo), ya la habían dado por muerta. Incluso su marido se había vuelto a casar.
La relación entre las dos mujeres había sido buena. De hecho, Elena no supo del paradero de Kate y cuando se enteró, se sintió culpable. Elena pudo acceder a los archivos de la KGB y a las declaraciones de Kate. Escribió un libro que ahora se ha reeditado y que incluye las memorias de la auxiliar de dentista sobre aquella época. Aunque ellas no se volvieron a reencontrar, sus nietas sí lo hicieron muchos años después.
Si quieres saber más sobre este tema, no te pierdas el siguiente documental. Está subtitulado en castellano y merece la pena verlo para conocer detalles como dónde fueron guardados en un principio los restos de Hitler, quién los custodió, etc.